No ha habido otro momento igual.
Era invencible.
La cabeza alta, la espalda recta, el pelo movido por el viento. Y la seguridad de que hubiera podido mover el mundo.
A cada lado, dos manos calentitas, tibias, quizás sudorosas, me imprimían esa fuerza de quien se siente viva, animal, mamífera y parte importante de la naturaleza.
Pudiera ser que lo siguiente a ese estado fuera despegar. Ellos son mis alas, pero quizás fueran mi freno, mi seguro. Porque me agarran al suelo
Claro está que son y serán mis raíces, aunque vinieran después. Yo me siento sus ramas.
Así es la maternidad, por si te quedaba alguna duda.
¡¡Eras, eres y serás invencible!!. Para ellos no hay nadie tan poderosa como tú.
Gracias Amiguita. Así mw gusta verlo. Besos
Fuimos compañeros del Consejo Escolar en en el Reypa y esa fuerza te sigue acompañando
Un abrazo
Ahí estamos. Tu labor fue siempre muy inspiradora, César.