Hay quien asegura que sí y quien dice que debe de tenerla.
Yo no la veo, me cuesta siquiera mirar, porque no miro con buenos ojos.
Me gustaba cuando no miraba, cuando no reparaba, cuando solo estaba de paso y disfrutaba como disfrutan los enamorados: con los ojos cerrados.
Pero cuando ya los abres, cuando ya miras, ya no hay vuelta atrás.
¿Belleza? Hay quien dice que mucha y yo me pregunto dónde.
¿En las espigas? ¿En los cielos limpios? ¿En los armoniosos palomares? ¿En los secos terruños de arcilla? ¿En el brillo dorado de la paja en los adobes de las construcciones? ¿En la capota de quietud y silencio sobre el pueblo? ¿En los desinhibidos insectos? ¿En el olor antiguo a trigo?
Dónde está la belleza, porque yo no la veo.
¿En sus cielos abarrotados de estrellas? ¿En su horizonte infinito? ¿En el canto de la coruja? ¿En la ausencia de árboles? ¿En el intenso amarillo de los girasoles?
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